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Terminada la Conquista se fundó ’Los Silos’ en territorios del reino prehispánico de Daute, ubicado en el ángulo Noroeste de la Isla de Tenerife. Aunque no exista Acta Fundacional, su origen está intimamente ligado al portugués Gonzalo Yanes (Gonzalianes), poseedor de tierras en el lugar desde finales del Siglo XV. El nombre de Los Silos aparece por primera vez en un albalá fechado el 15 de marzo de 1509. El origen de esta nomenclatura hace referencia a tres depósitos (silos) para guardar cereal construidos en la hacienda de Gonzalo Yanes.

Siglo XVI

En el siglo XVI se fueron formando los núcleos de población que se hicieron a base de castellanos, catalanes, extremeños, portugueses y genoveses, además de ciertos flujos migratorios procedentes de las islas de La Gomera, El Hierro y Gran Canaria.

La principal fuente de ingresos fue la agricultura, en su doble vertiente, de secano y regadío, destacando el cereal en cantidad suficiente para su exportación. También se cultivó la caña de azúcar hasta el punto de contar con algunos ingenios que a lo largo del tiempo se vieron reducidos. No debemos olvidar las grandes extensiones de terreno dedicadas al cultivo de la vid.

A mediados del siglo XVI, el lugar tenía un centenar de habitantes y poseía una ermita bajo la advocación a Nuestra Señora de la Concepción en la hacienda del fundador, Gonzalo Yanes. Debido a su pequeñez, los vecinos decidieron construir una en el casco bajo una nueva advocación, Nuestra Señora de la Luz.

Debemos precisar que desde este siglo Los Silos tuvo un alcalde real dependiente del Cabildo de La Laguna. Sus atribuciones, en todos los campos, fueron parcas debido al poco rango de su cargo pues en el campo edilicio se trataría de un alcalde pedáneo, mientras que en el judicial, se trataría de un juez de paz.

Siglo XVII

La heterogeneidad de su orografía y el componente altitudinal determinan una climatología y una vegetación de bellos contrastes. Podemos afirmar que los comienzos de siglo fueron precisamente afortunados. En los primeros años se desató una epidemia de peste que tuvo como punto de partida Garachico y de ahí se extendió por toda la comarca durando hasta julio de 1606.

A pesar del desastre, Los Silos duplicó su población y así lo confirman las Sinodales del obispo Cámara y Murga que afirma que tenía 200 vecinos y una iglesia con curato. Fue en este siglo cuando se edificaron los monumentos más significativos del lugar, así como se compraron las obras escultóricas más importantes.

Siglo XVIII

Fue el siglo de la prosperidad según la versión del ilustre historiador José Viera y Clavijo pues detalla la situación estructural y económica del lugar: se edificaron gran número de casas en los pagos de Daute y Palma, Esparragal, Erjos y Tierra del Trigo, que confluyeron en la concentración de 965 personas.

Se iniciaron los primeros pasos en base a la infraestructura del lugar centrando el núcleo del lugar en la plaza principal con su iglesia y convento, casa parroquial, casa del vicario, ayuntamiento y alhóndiga. En la plaza morían las principales vías del pueblo: calles de la Estrella, plaza del Calvario, El Sol, Félix Benítez de Lugo, Olivo Herrería, Medio, Rosa y El Clavel; concentrándose en las 149 casas un total de 589 habitantes. El pueblo concluía con dos pequeños callejones: Puerto Escondido y Susana, donde se ubicaron catorce casas.

En el último tercio de siglo, Los Silos, según el censo de Aranda y Floridablanca, la población permaneció inalterable y contó con 31 labradores, dos artesanos, tres empleados de la Corona, dos militares y un estudiante; además de 116 jornaleros y 39 criados. Años después, concretamente en 1769,  don Juan Nicolás de Matos y Hoyos nos cifra la población en 968 habitantes.

Con respecto a la administración municipal, desde finales del siglo los alcaldes fueron elegidos por los vecinos, pero el pueblo contó con un síndico pregonero que se encargaba de dar a conocer la opinión popular ante la administración.

El territorio se fue estructurando y se dividió en dos zonas: la superior, inmersa por la influencia del alisio, por lo que presenta temperaturas bajas y engloba una notable reserva de laurisilva y fayal-brezal; mientras la zona interior, con sus suaves inviernos, está ocupada mayoritariamente por los cultivos.

Siglo XIX

En este siglo adquirió indudable protagonismo el cultivo de la cochinilla, aunque fue abandonado con rapidez. Según Pascual Madoz, Los Silos siguió siendo un lugar encantador aunque los pagos de Canteras, Daute, Tierra del Trigo, Juncia y Erjos prestaban muy pocas comodidades. Las calles anchas y empedradas dieron un paisaje idílico del lugar. Sus plazas, como la de Nuestra Señora de la Luz, Calvario y Placeta, armonizan la estructura urbana.

En la década de los cincuenta y, según Pedro de Oliva, el lugar contaba con 961 habitantes y éstos tienen como principal trabajo el campo, basándose la actividad económica, lógicamente, en la agricultura, ganadería y explotación de montes y aguas. La producción agrícola tuvo como fundamento el cereal, la ganadería contó con 713 cabezas distribuida entre el ganado cabrío, vacuno, lanar y porcino; mientras la explotación de aguas en el monte fue notable, así como la de leña.

A finales del siglo XIX, se inició una reconversión agraria concentrada en la expansión del cultivo del plátano que estuvo acompañado por una sobresaliente cabaña ganadera. El auge económico propició un aumento poblacional que originó el levantamiento masivo de viviendas, 317 edificios clasificados en 165 de un piso en poblado y 90 en despoblado, 44 de dos pisos en poblado y 17 en despoblado; y uno de tres pisos. Todo ello contribuyó a las mejoras en infraestructura básica en los barrios de Tierra del Trigo y Erjos: agua potable, luz eléctrica y apertura de caminos y calles que se hizo extensivo a todo el lugar.

Siglo XX

Los Silos asistió en la primeras décadas del siglo XX al fortalecimiento de su economía que generó un extraordinario aumento poblacional que se vio reflejado en los barrios de San José, Las Canteras y La Caleta. Las edificaciones señoriales fueron aumentando así como la infraestructura urbana. Estos condicionantes marcaron las pautas para la concesión del título de Villa el día 28 de julio de 1921.

La arquitectura del lugar marcó una nueva etapa, gracias a la llegada de uno de los mejores arquitectos de la renovación urbana de Canarias. Se trata de Mariano Estanga, que introdujo el modernismo eclecticista y el revival gotizante en la iglesia, plaza y algunas viviendas del casco urbano.

Los años posteriores estuvieron marcados por un auge económico que se vio truncado por los acontecimientos de la guerra civil española que, a posteriori, marcó, claro está, la penuria económica (cocinas económicas y cartillas de racionamiento). La población, que se había duplicado entre 1920 y 1940, pasando de 2.003 a 4.172 habitantes, tan solo se incrementó en 600 en las dos décadas siguientes, es decir, los años 50 y 60.

El sector primario continuó siendo el pilar de la economía de la Villa, capitaneado por el cultivo del plátano y comenzaron las aperturas de comercios al por menor siempre acompañadas de los bodegones, panaderías, etcétera, dándose un notable arraigo en todos los barrios del municipio.

Poco a poco, la economía logra sus frutos y en la década de los setenta se dio el primer intento por consagrar un turismo adaptable al medio que generó una base para el desarrollo turístico de ahora. En los últimos años, Los Silos aumenta su población, superando los cinco mil habitantes y genera una economía basada en el sector primario, pero con un gran avance hacia el secundario e incluso al terciario o servicios. Hoy por hoy, la localidad presenta una notable infraestructura urbana y económica dentro de unas ratios razonables.

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ZONA COMERCIAL

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